sábado, 27 de abril de 2013

Culebrones y Marca España

Los culebrones están de moda. Eso sí,  los múltiples dramas que golpean en televisión a Ken jinete y a su bella dama han pasado de la fría tinta del guión al  alma del transeúnte  (que últimamente va calentita).  Las cartas repletas de palabras de amor se han convertido en sobres cargados de ceros. El problema principal es que estos seriales duran un montón. Mientras los de ficción pueden alargarse hasta los mil capítulos, el que vivimos en la calle ya alcanza los cinco años.


   Afortunadamente, ante tanto drama, la mayoría opta por aquello de ver el lado bueno de la vida.  Como para esto no hay libreto, cada uno se las compone como mejor sabe. Lo comprobé ayer cargado con  papel, boli, un poco de morro, algo de tiempo y la siguiente pregunta: ¿Qué pequeños detalles le levantan el ánimo?  El resultado dejaría satisfecho al Ministerio de Asunto Exteriores. La Marca España va mejor de lo que pensábamos. Comer un plato de  jamón  o una buena tortilla de patata se imponen como eficaz antidepresivo. Juro que no vivo en un chiste sobre tópicos españoles, el muestreo se limita a cuatro calles junto a mi casa. Lo mejor de estos manjares es que se pueden mezclar a diferencia de las pastillas. Da fe de ello José, cantante amateur,  que recurre a los huevos rotos con jamón con asiduidad. Parece que la paletilla levanta el ánimo sin problemas así que, quien pueda, mejor deje el jamón ibérico para las grandes celebraciones. Será cuestión, en definitiva,  de analizar las vetas de grasa porque pueden tener una concentración de positivismo que ríete tú de los manuales de autoayuda.

Más allá de los productos patrios, encontramos opciones para todos los gustos. Desde el clásico arrumaco profundo horizontal hasta escuchar la menos romántica “Quemando tus recuerdos” del grupo Extremo Duro. Mención especial merecen Drop y Samo. Pese a su capacidad para emitir sonidos agudos de manera casi ininterrumpida,  resultan ser una bendición del cielo para Ana María. A ella le alegra la vida pasear a estos dos perros que no dudan en ladrar a los cuatros vientos que  son los machos alfa del barrio.

Son varias las opciones y una sola la finalidad. Lo importante es inventar continuamente maneras de activar los diecisiete músculos que se flexionan con una sonrisa.   



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