Los
culebrones están de moda. Eso sí, los múltiples dramas que golpean en
televisión a Ken jinete y a su bella dama han pasado de la fría tinta del guión
al alma del transeúnte (que últimamente va calentita). Las
cartas repletas de palabras de amor se han convertido en sobres cargados de
ceros. El problema principal es que estos seriales duran un montón. Mientras
los de ficción pueden alargarse hasta los mil capítulos, el que vivimos en la
calle ya alcanza los cinco años.
Afortunadamente, ante tanto drama, la mayoría opta
por aquello de ver el lado bueno de la vida. Como para esto no hay
libreto, cada uno se las compone como mejor sabe. Lo comprobé ayer cargado
con papel, boli, un poco de morro, algo de tiempo y la siguiente
pregunta: ¿Qué pequeños detalles le levantan el ánimo? El resultado
dejaría satisfecho al Ministerio de Asunto Exteriores. La Marca España va mejor
de lo que pensábamos. Comer un plato de jamón o una buena tortilla
de patata se imponen como eficaz antidepresivo. Juro que no vivo en un chiste
sobre tópicos españoles, el muestreo se limita a cuatro calles junto a mi casa.
Lo mejor de estos manjares es que se pueden mezclar a diferencia de las
pastillas. Da fe de ello José, cantante amateur, que recurre a los huevos
rotos con jamón con asiduidad. Parece que la paletilla levanta el ánimo sin
problemas así que, quien pueda, mejor deje el jamón ibérico para las grandes
celebraciones. Será cuestión, en definitiva, de analizar las vetas de
grasa porque pueden tener una concentración de positivismo que ríete tú de los
manuales de autoayuda.
Más allá de los productos patrios, encontramos opciones para todos
los gustos. Desde el clásico arrumaco profundo horizontal hasta escuchar la
menos romántica “Quemando tus recuerdos” del grupo Extremo Duro. Mención
especial merecen Drop y Samo. Pese a su capacidad para emitir sonidos agudos de
manera casi ininterrumpida, resultan ser una bendición del cielo para Ana
María. A ella le alegra la vida pasear a estos dos perros que no dudan en
ladrar a los cuatros vientos que son los machos alfa del barrio.
Son varias las opciones y una sola la finalidad. Lo importante es
inventar continuamente maneras de activar los diecisiete músculos que se
flexionan con una sonrisa.